
Cuando los ilumina, convierte a los jóvenes encelados en jóvenes enamorados. Pero a la muerte...ay la muerte; no quiere, ¡qué no, que no quiere la luna resucitarla!
A unos jóvenes se les puede engañar, a la muerte no. Es bien lista, bien viva la muerte, y no, no se la puede engañar. Siempre se lleva su trofeo.
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